18 de enero de 2014

Experiencia, o el sabor de saber estar.....


Ser un líder es sin duda un gran desafío. Creerse un líder puede ser, más que un desafío, una provocación para muchos. Que los demás te vean como un líder es un reto fenomenal y, por cierto, apasionante se mire por el ángulo que se mire.

Ahora, ¿qué papel juega la experiencia en el complejo universo del liderazgo? Todos conocemos a quienes, como una suerte de credencial diplomática, esgrimen habitualmente su experiencia como aval para justificar cualquier acción u opinión. Al mínimo asomo de crítica o discusión a este tipo de personas, de inmediato se escuchará:

- No te olvides que tengo 20 años de experiencia....

En mi opinión la experiencia no es por si misma un activo para determinar el liderazgo. Más bien es parte de los parámetros que encontraremos en la ecuación (compleja) que nos lleve a encontrar un buen líder. El equipo de Resulta2 está haciendo cosas muy interesantes en España en los mundos de la transformación, el coaching, el mentoring y la consultoría. Uno de sus socios, Antonio Robles, suele completar la expresión anterior  en alguna de sus reuniones con una expresión adicional que me pareció genial cuando su socia, Isabel Juárez, me lo contaba....

- No te olvides que tengo 20 años de experiencia.... 
- ¡No! En realidad tienes un año de experiencia ¡que has repetido 20 veces!

Muy de acuerdo con ello. Condición necesaria entonces, pero no suficiente. Es cierto que la experiencia le puede convertir en un auténtico experto en hacer su trabajo, y esa experiencia le puede llevar a realizar su labor hasta con los ojos cerrados. Quizás en otra época algo como eso fuera digno de admiración. Pero hoy ése, precisamente, es el problema. Cerrar los ojos significa perderse todo lo que pasa a nuestro alrededor y dejar pasar la oportunidad de que la experiencia, más bien, permita el enriquecimiento a través de la curiosidad, la duda, la reflexión.

Hace años leía una referencia al economista estadounidense Gordon Tullock y su analogía entre la contaminación industrial y el uso público de la palabra. En su opinión "cuando una empresa contamina el aire, impone un coste a quienes trabajan o viven en la zona afectada. En ausencia de medidas correctoras, la empresa contaminante no tomará en cuenta esos costes externos y, al ser su coste privado de producción inferior al coste social, la actividad contaminante superará el óptimo social. Este sólo podrá alcanzarse si esos costes externos de la contaminación se internalizan mediante un gravamen. De parecida forma, tan pronto el miembro de un comité toma la palabra, los demás miembros deberán escucharle. El orador continuará su intervención hasta que el beneficio privado marginal que obtiene al hablar se iguale a su coste marginal privado; y como éste será muy inferior al social, se dará una sobreproducción similar a la que hace que la empresa industrial contamine el medio ambiente". Tullock habla entonces de imponer cierto coste a los oradores. Suele ser habitual que esa experiencia acumulada faculte a muchos ejecutivos para hablar de forma incontenible y, porque no decirlo, desesperante e ineficiente.

No tiene atractivo acumular años haciendo lo mismo y convirtiéndonos en los más eficientes en una rutina como parodiaba el genial Charles Chaplin en el clásico Tiempos Modernos criticando la producción en cadena. Tampoco es interesante que la experiencia nos estimule a hablar y hablar de "lo que sabemos". Por el contrario, propongo que la experiencia nos permita generar la sensación del saber estar. De saber estar identificando cuando es el momento de comunicar hablando y detectando cuando es el momento adecuado para comunicar escuchando. 

Busque entonces el sabor de saber estar. Búsquelo en usted mismo y, por supuesto, en los demás. Si no encuentra ese sabor, revise en el menú hasta encontrarlo. Realmente merece la pena.



Raúl Baltar



9 de enero de 2014

La gran sinfonía del cambio

Hace pocas semanas tuve la gran oportunidad de escribir un artículo como Firma Invitada en la publicación española bspreviews por encargo de su Director, Mariano Ferrera. Esta publicación, manejada desde Kerunet Digital Publishing, se denomina como "A business, software & processes magazine" y decidimos titular mi artículo como "La gran sinfonía del cambio".

Creo que para comenzar la actividad de este blog en el año 2014 nada mejor que hablar de cambio y evolución, reproduciendo este artículo que me parece interesante compartir.
 
Feliz Año


En la última semana de noviembre fui invitado a la reunión trimestral “Town Meeting” de IBM Venezuela. El propósito era que expusiera el modelo gerencial del Banco Exterior y hablara del valor de la actitud para conseguir resultados. Alguien pudiera preguntarse qué hace un banquero hablándole de liderazgo a más de 200 profesionales de IBM. En realidad la pregunta hoy no es relevante dado que hay una coincidencia profunda entre muchas actividades empresariales: todos trabajamos con personas, es decir, con expectativas, con ilusiones, con frustraciones y con sueños.

Los paradigmas, estáticos durante décadas, han cambiado con violencia y siguen mutando y en movimiento. Quien se amarre al pasado conocido no está en el buen camino. Ya se que en muchas ocasiones ha sido una larga vida profesional esperando llegar al puesto deseado. Y que cuando por fin alguien llega y está preparado para disfrutar del nuevo sillón, del amplio despacho de esquina con vistas excelentes, de una magnífica puerta cerrada y de un asistente ejecutivo dispuesto a seguir las ordenes que se le imparten, se da cuenta de que las cosas ya no son como había imaginado cuando comenzaba a escalar.

En efecto. Las cosas han cambiado y ya no es justificable argumentar que no nos damos cuenta.  En palabras de Eduard Punset hay una suerte de gran sinfonía del cambio que protagoniza el ser humano y esa sinfonía también forma parte de la nueva arquitectura empresarial.

Llegar a una posición de liderazgo es hoy un gran desafío. No se llega a ella por los medios conocidos hace sólo veinte años y no se va a mantener nadie con los métodos tradicionales de manejo del poder, administración de parcelas y una suerte de aplicación del divide y vencerás. Hoy ni siquiera es tan importante el conocimiento técnico adquirido en el pasado. Nos mantenemos en permanente aprendizaje y el conocimiento es la opción accesible en la era de la información. Ese conocimiento, más humanista que técnico, es fundamental para saber cómo sacar lo mejor que tiene dentro cada una de las personas que colabora con nosotros.

El entorno de trabajo adquiere tonalidades diferentes, donde los líderes deber adaptarse a las circunstancias y deben multiplicarse (cuantos más mejor). La comunicación se constituye en un eje de desarrollo. Comunicación que tenga un componente muy importante de escucha y que transmita la coherencia que una nueva generación, la Generación Y, va a exigir. El equilibrio entre la vida profesional y personal pasa a ser algo más que un axioma. Se trata quizás de una nueva fórmula donde no se quita tiempo a lo profesional para dedicarlo a lo personal o viceversa. Más bien se trata de integrar, de consensuar, de transar. La cultura pues está cambiando y, como dice Pinker en La Tabla Rasa, se trata de alcanzar acuerdos acerca de cómo vivir.

La sostenibilidad pasa por el conocimiento de lo interno. La búsqueda de las sinergias en el trabajo de equipo es parte de la esencia que ya está siendo protagonista. La responsabilidad social forma parte de esa sostenibilidad y la participación de los colaboradores de la empresa en ella es parte de la remuneración que genera lazos poderosos con la empresa. Los accionistas de las empresas no pueden ya sentarse a esperar a que le vengan a preguntar que necesitan para que todos se apresuren a satisfacer sus deseos. Hoy las cosas están cambiando y son los accionistas los que deben dirigirse a los colaboradores para entender qué necesitan de manera que puedan desarrollar en las condiciones adecuadas su pasión por el trabajo.

Tener un propósito es importante. Que ese propósito sea compartido es fundamental. Y que, además, el propósito sea articulado por un número creciente de líderes en la empresa es clave de éxito. Para ello es sumamente importante que la cultura empresarial fluya hacia la creación de un entorno innovador.


Raúl Baltar